martes, 29 de abril de 2008

A VECES LO QUE MAL EMPIEZA, BIEN ACABA












Por suerte los refranes no siempre se cumplen y un día horrible puede acabar dejándote un buen sabor de boca.
Ayer no fue un día horrible, fue un día peor, fue el día más "peorcisísimo" del mes (que diríamos los exagerados de la familia). Quizás fue el mal broche de una temporada mala.
La tarde declinaba y yo me dirigía a la feria del libro que han puesto en el paseo de Cánovas. No iba por placer, no, iba a hacer unos "encarguitos" del instituto. A saber: recados varios a un librero, fotos a la feria para la web del insti, recoger unos folletitos... y todo esto después de haber estado tres horas por la tarde trabajando con el ordenador y sabiendo que me espara la ingrata tarea de poner 5 exámenes de recuperación (por cierto, se me olvidó uno). Y oídme: lo de las tareas no era cosa mía, ni iba por placer.
El caso es que al final tendré que admitir la existencia de Dios, porque sólo un ser superior (o "asín") pudo ponerme ni más ni menos que a Luis Eduardo Aute en mi camino (exagero, exagero, lo sé, lo pusieron los organizadores de la feria del libro, pero permitidme el uso de esta hipérbole como pequeña licencia poética). No diré la cursilada de que verlo hizo que el sol brillase de nuevo, no, más bien se hacía de noche, pero no os podéis ni imaginar cómo me cambió los humores varios de mi cuerpo. Fue fantástico. Recitó algunos "poemigas" de su libro "ANIMALHADAS". Yo os dejo aquí una muestra reconociendo sinceramente que sin sus ácidos comantarios y sin su voz no saben igual.

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